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Publicado el , 16 de Feb de 2013
Se habla de una vieja ciudad en la que los días son amarillos, que tiene sabor a jengibre purificado y en la que las aguas mueren. Vieja ciudad que se adorna el cuello con montañas tristes y esta marchita, que pasea almas lúgubres por sus calles enfermas y revuelca los sueños dulces contra sus piedras siniestras. Esa ciudad que ha perdido su nombre, con él su alma, ciudad de sangre putrefacta, de esperanzas destruidas. Se sabe de la ciudad que sonríe sus estirados dientes mientras tras la cortina esconde la miseria, ah ciudad del cinismo y la agonía, te sucedes día tras día sobre mi piel dolorida, te sucedes ciudad y la alegría. Te sucedes y mi muerte cada madrugada, muero yo y mueres tu todos los días.

Cándida en la Candelaria.
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Sobre el autor

Vanessa Franco



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Carta de renuncia.

Disculpándome por lo precario de mi poesía, nada academizada nada demandada nada controlada nada mía ni de nadie y absolutamente bocazas. Sin pedirle a ningún padre nuestro o a ningún padre de lo nuestro o de los nuestros, a ningú ...

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