La mano azul.

Tienes la mano azul, pesada como un rosal;
encadenas mi fotografía ahí, la conviertes en rosa.
Ciega es tu piel, partiendo en dos una gigante mariposa
y se te vuelve la tarde en costura, tejiendo restos de alas negras.
Afuera, hay un ojo marrón, llenito de dolor,
se vuelve gris con la neblina de la tarde (vacía, sin color),
ya viene la tormenta, viene sin afán.
¿las alas?, pregunta el ojo inundado.
El viento se las llevará, responde una boca del tamaño de un mar babeando fuego,
más tarde en humo se convertirá,
el humo de la ceguera y de la esperanza.
Llueve el tiempo en la mano y desaparece el azul rosal.

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