Agónico (Parte VI)

Amiga, buena amiga
nunca has sido ajena a mis llamados
mientras escudo mis días en la avenida temprana
de un parlamento extraño.

Estas por ahí, dándome avisos
cortos, certeros, justo en los esquicios
donde inútilmente he estado jugando a esconderme.

Quiero que entiendas mi propia respiración
no me dejes atado a una conversación  
donde no se puede llegar a un punto en común.

Disculpa que la abracé a ella,
mientras tú llevas un abrigo corto; tan corto
que no te cubría del frío en la madrugada.

Al tanto de esperar en la línea de llamada
sólo, continúo con esta amarga bebida
entendiendo el hoy como lo que vivo realmente.

Continuamos pendientes entonces,
esta cita que solo guardas en tu memoria
aún no me llama al lado de mi cama.

Amiga, buena amiga
que el mañana incierto te deje mirarme a los ojos
y espero de verdad, verme en ellos
antes de cerrar los míos por última vez.