ELLA (parte II)

Confesó descaradamente haberlo deseado más de la cuenta
y haber rebuscado besos, por si alguno se parecía a los suyos,
dijo no haber escuchado sus nobles confesiones
sobre las cosas que andaba sintiendo por ella,
y muy poco le importaron las lágrimas
que le escurrían de la tristes historias que revivió esa noche.



Es atrevida al decir entre sonrisas:
“es que ya no se ni que numero debía ponerle a él”
y muy sincera al decir: “pero eso no importa, él tampoco es el último”.



A ella la desventura le pagaba por sus servicios, en belleza
y algunos hombres con carne, y vino tinto.
daba la sensación de que ese cuerpo -de curvas pulidas a mano- era inmortal,
y que sus labios suscitaban a pensar en una muerte “honorable”.




Algunos ingenuos juraron averiguar
-con algún santo celestial- la revelación del “pacto diabólico”
que ella había aceptado;
porque para ellos nunca fue un secreto que ella tenía veneno en la piel,
y para las demás, ella era la única culpable de sus desgracias amorosas.



 -¿Sabes qué? Yo cambiaría esta puta vida y esta maldita belleza
por despertarme mañana y que él (nunca dijo quién)
estuviera cubriendo mi desnudez,
pero nunca regresó, solo dejó este vaso medio vacío,
yo he cambiado mucho, y quizás me ha buscado pero no me reconoció, -dijo-



Ella, como yo, como todas
no hacía más que buscar el amor,
pero nadie sabe a ciencia cierta, tampoco ella, ¿qué es el amor?

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