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Una molécula en el espacio

Publicado el , 28 de Abr de 2015
Quise estar tranquilo,
otro mes sin escribir no me parece
tan malo, pero;
Hay fechas en que la mercadotecnia
me toca el hígado.

Sordidez, ansia, la codicia devoró
el raciocinio.
El enfoque se extravió total;
Tal se derrocha la plata
tal es la ignorancia.

Mi ganancia (que no me deja nada) es
descubrir que tengo años de preservarme,
de la gente, del mundo,
de sus cadenas al materialismo,
lo que mórbido presumen.

Que ganas de gritar,
que impotencia saber que aun
la más impresionante lirica
de un buen rap nutrido y viral
no cambiara nada, no sirve de mucho.

He llegado a sentirme raro, ¿que nadie ve?
Que el amor baila al son de las cosas;
cosas de plástico, cosas de madera,
cosas de oro, cosas de plata,
cosas de piedra, cosas de metales,
cosas, las cosas, todas las cosas.

El respeto de los demás
es la suma de las cosas que los ojos
pueden ver y tocar,
las causas inmateriales tienen fama
“de halagos sin participación”.

Pobre del poeta que nunca ha salido
en un libro impreso, no dejara de ser invisible
para una sociedad que exige
pruebas materiales para calzar en el estereotipo
de éxito que han creado; estatus.

Mi soledad es digna, no prostituible,
no subo muertas de hambre a mi coche,
porque se que cayendo un billete
al suelo también cae su calzón,
no encuentro merito en eso.

No comprendo quien les enseña
a algunos a ser tan humanos,
tan monos, tan baratos.
¿Acaso no le interesa hacerse viejos
sin buscar la herencia de otros?

Prefiero pasar escases yo solo,
caminar cuando no tenga para gasolina,
usar la misma ropa siempre,
seguir amando mi historia limpia,
de uno que pudo ser feliz genuinamente.

Amo los cuentos que escucho,
de quienes pagaron el precio de la honra,
de quien madruga a diario,
duerme poco y da gracias por el alimento,
que sabe estrechar bien la mano.

Quisiera retratar el dolor de quien
regala algo remendado y
lo reciben a medias,
a veces nos parece tan poco el
máximo esfuerzo de un corazón.

“El corazón es enorme,
la bolsa no.”

El amor es tan escaso cuando buscas
pureza y tan abundante cuando
quieres comprarlo.
Si tienes y quieres, puedes comprar
un buen combo de amor,
puedes comprar tetas y caricias junto con
suegros felices con toda su aceptación.

Si puedes pagarlo, puedes crear momentos
felices en familia, en restaurantes,
hoteles, playas, centros comerciales,
las sonrisas y abrazos te lloverán,
pero aprende; eso dura mientras tengas.

El problema no es el no tener,
la molestia es saber que por tener
te quieren, te reciben, te buscan,
te permiten, te aguantan.
¿Habrá alguien más molesto también?

En el mercado del amor,
Esta devaluada la lealtad, el caminar un viernes
y comer del mismo helado,
eso es para niños, ya ni las niñas quieren eso,
para los grandes está de moda y es bien
visto el arte de canjear nalgas por billetes,
regalar ropa para luego desnudarte,
sentarte en un restaurant caro
para la selfie, para que vean que comes fino,
porque de "verdad hace falta" que la gente se entere.



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Sobre el autor

Roger Robles

Cuidado con la poesía, nos absorbe vida cuando no sabemos manejarle, de ser así; con el tiempo es muy dura la pérdida, cuídate de sus cadenas. Víve antes de escribir.



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