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adios...

Publicado el , 10 de Ago de 2015
Se despidió con el tono frígido y displicente que solo la ella dominante sabría lograr, nada esperaba, a sus pies la curva reclamaban, ya sin ataduras ni lagrimas ausentes la amarraban, caminando como sabiendo que deja atrás miradas anhelantes de su regreso, pero con la confianza en la certeza de jamás querer volver.

Su cara lastimera perpleja del hilo de la historia no lograr desenredar, sus músculos encalambrados del susto al no poder ni inmutar, sus labios secos, quebrados y sellados por las mismas palabras que sus oídos le hacían llegar, no puede creer que semejante criatura, hermosa y salvaje que algún día se mofo domesticar ahora lo viera como uno más, que atrás en el camino decidía dejar.

Las razones flotaban entre miradas, entre palabras callaban, y para el hecho sobraba, el golpe verse partir como dos trozos de una hoja que con un rasgado, un silencio que destemplaba dientes, miradas que de ella puñaladas y de él lastima, entre palabras mudas y un giro de cabeza dramático trataban de conversar, aquello que por dejadas de la vida ninguno tendría más.

Ese día no hubo atardeceres rojos ni soles brillantes, una fresca de viento y brisa de una lluviosa tormenta que estaba por terminar, espectadores lejanos, desde ramas en los árboles, andenes y carros que se vieron pasar, sin drama de sobra, solo concreto, hojas en el suelo podridas, rotas por la lluvia y por la gente al pasar, se supo que el viento no las volvería a levantar.
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Sobre el autor

Uno Que Nadie Lea



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Afanes

Que la muerte me alcance, a veces la espero algo de tiempo, impuntual, como quien no sabe que fue citado, Por el azar me muevo, no espero ni prometo pues viejo morir no quiero, de los afanes me lamento, por ellos gozar la vida no me atrevo, al despistado envidio, porque pensar ya no quiero

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