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Lluvia

Publicado el , 25 de Abr de 2016
Tu llegada ha sido más anunciada que las lluvias de mayo
en pleno febrero,
e impaciente como suelen ser los que aman
me devoro los segundos que se interponen entre nuestras miradas,
entonces pienso en el paisaje sinuoso que ofrece tu cuerpo,
en el atardecer complacido que es para mí tu cuello.

Pienso en si te merezco,
en si debo conocerte y así empezar a estropear lo nuestro,
en si debo alejarme del principio para postergar el fin,
aunque confieso, contigo quiero muchos finales.

¿Sabes que sos una diosa?
Porque sólo vos podes aliviar mis más grandes necesidades,
mi necesidad de amor se ha vuelto una necesidad de ti,
de tus alas, de tu espacio,
del placer que has venido robando con el tiempo a los años.

Te he construido un altar en mi cuerpo
donde te celebro, donde te guardo,
y prendo cirios por cada una de las noches que vienen
en las que estaremos abrazados,
en las que lo único que importa en el mundo es tu silencio vertido sobre mis brazos que dice todo lo que sólo he de entender yo y nadie más.

Confieso que desde que te espero me he vuelto todo lo que pasa, y vos en la absoluta razón por la que pasa algo.

Ya abril termina y pronto llegará mayo,
y yo camino de lado a lado
tratando de engañar la incertidumbre que da lo cierto,
y me despido del espacio inerte de mi lado izquierdo,
disfruto los últimos segundos del silencio que aún reina sin tu estruendoso cielo...
porque en efecto, las lluvias me han mojado.
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Sobre el autor

Alfredo Peña

twitter: @AlfredoPenha



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