CINCO MINUTOS DE SINCERIDAD

Dejarás cocer mis labios indefensos a la tibieza de tus senos.

Hoy que tu piel de mullido cobre tan delgada.

Que me deja lamer la médula del hueso.

Si mi lengua dibuja con más fuerza en tu espalda.

Sabes que no soy más que noche.

Y quizá la mañana llevará lejos de vos todo aroma a mi pecado.

Así, entonces, forniquemos a salvo en la sombra que riega esta botella.

Vos, mi pequeña, que amarras con tus cabellos mi corazón al tuyo.

Haciéndolo mover rápido o lento, según te antoje el momento.

Hoy te vestiré del primer deseo que nos enfermó los ojos.

Aunque ahora no seas más que nervios y harapos.

 Guardados en bolsas bajo mi almohada.

¿Recuerdas?, como los mordisqueaba entre tus medias de malla.

Como temblaba tu vientre, Fito Paéz sonaba en esa atmósfera.

O quizá sólo dejemos a la saliva derretir lento el tiempo.

Paguemos la cuenta del bar

Enjuguemos el sudor en el lavabo.

4

Volvamos a la cama con un recuerdo.

De tu himen semi sangrado.

De mis palabras, de las que el viento ya no habla ni recuerda.

• Segmento IV