Algún Día No Podré Escribir Más

Debe ser extraño estar siempre saludable y no ser defectuoso,

que el simple hecho de caminar no te produzca agotamiento

y correr no sea solo un fantasma de la niñez que ya se ha ido.

Parece un mal chiste de salón, pero tristemente no lo es,

pasar horas enteras pensando si realmente el alma existe.

Al final, te sobran ovejas por contar y epitafios por redactar.

La tecnología se convierte en tu mejor amigo,

lamentas lo injusto que es la vida cuando vives en agonía,

piensas lo afortunado que fueras si tu afección fuera contagiosa;

una cuarentena aislada hasta el día de tu partida,

pero realmente extrañas las multitudes y las fiestas furtivas

aunque amas la soledad, siempre es mejor una buena compañía.

Sin embargo, das gracias a Dios por cada nuevo amanecer,

te reservas las lágrimas en un baúl que solo abres a escondidas,

alegras los corazones de todo aquel que disfruta de tu compañía.

Jamás te sientas en la cama a esperar que todo se resuelva,

luchas, lloras y meditas, pero nunca te rindes de vivir la vida,

Descubres que el alma no quiere abandonar el cuerpo... todavía.