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El viejo oficio de contemplar la Luna

Publicado el , 4 de Dic de 2012


EL VIEJO OFICIO DE CONTEMPLAR LA LUNA

El acto de contemplarla encierra en sí mismo, muchas y diversas facetas, que se reflejan en uno mismo. Por ejemplo, a veces su brillantez es muy blanca. En otras ocasiones es muy amarilla, rodeada de ese velo diamantino que a veces tiene; y el
contraste con el fondo celeste es diverso. En ocasiones, las nubes le dan una enorme magnificiencia, en otras, el simple techo lo usa para servir de musa y de inspiración a tantos  y tantos seres que disfrutamos su presencia antes de que cubra la noche, en su transcurso. en la madrugada, muchas veces antes de salir el sol.
Es una relación estrecha. pero sin posesión, porque no puedes tenerla; parece contradicción, pero la vida es una contradicción: la Luna es mi vieja consejera, mi amiga en los graves momentos, mi amante más apasionada, mi novia más recatada, mi confidente más cercano y mi paño de lágrimas más buscado. Si estoy alegre, si estoy triste, si estoy melancólico, si estpy melodramático. Nunca me juzga.
Nunca lo hace. Su solitario caminar en la bóveda celeste le hace más atractiva que nunca. El que no le dé alcance el Sol, para unos es deprimente y hasta Luna puta es, pero para otros como yo, es fabuloso; porque la tenemos y no la tenemos, pero cuánto la disfrutamos, cuánto la saboreamos, cuánta utilidad le ha dado a nuestra vida. Ha curado heridas graves y leves del corazón. Ha hecho despegar hasta su altura amores tiernos  y hermosos. Ha detonado pasiones borrascosas y en ocasiones muy tormentosas. ¡Cuánto ha provocado la bella Luna! Desde motivar la práctica del fornicio, en sus más variadas y profusas formas, hasta lograr convencer al ser amado, Lo que significa para tí, manteniendose como fondo ambiental la misma Luna. Durante centurias, mucha gente le ha dedicado millones de cuartillas y sin embargo, ella sigue tan presente, tan campante, tan fresca y rozagante, tan bella y tan hermosa, tan enigmática y tan atrayente, como nunca y como nadie.
Y también te deja, si las quieres asimilar... ¡Grandes y enormes lecciones!
Ha enseñado a mi alma a vivir el hoy, tan intensamente como si fuera el último de mi existencia. Tal y como lo hace ella: Con nubes, sin nubes, con mal tiempo. con buen tiempo, no importa lo que venga o cómo venga.
Así de práctica y objetiva es mi amada y bella Luna.





                                       00:36 Hrs.AM
                                        03-03-2004
                                               JV

 
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Sobre el autor

Javier Olivera Reséndiz

Soy Jubilado, tengo 55 años, tres hijos y tres nietos. Soy divorciado. Soy músico, poeta y loco.



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