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Evocación

Publicado el , 7 de Nov de 2018

De nuevo en esta estación, parece como si de fondo escuchara lenta la percusión que nos acompañaba esa tarde cuando cantabas esa canción, disculpa, si no recuerdo el título mi gigante hombre, pero solo sé que se me enchinaba la piel al escucharte cantar y ver el brillo de tus ojos al pronunciar mi nombre… Luce un poco desolado el paisaje, la banca del parque vacía quizá porque es mediodía y ese individuo dorado que hay allá arriba con fuerza arde. Quisiera ser como él, recuerdo que me llamabas hombre del sol… y en realidad de allí hubiese querido venir para que nunca te faltase mi calor… ¿Te hace falta mi calor? Pues bien, complejo me resulta esto del amor y más un amor que es asimétrico, que de mi parte es inmenso como el firmamento, para ti mi único…para ti, que aunque poco me conoces quisiste callar las voces, de un mundo que nos condena por un amor prohibido que ante los ojos de muchos es mal visto, pero que ahora es el motor que me permite estar vivo.

 

Avanzo un poco, mientras ráfagas de imágenes pasan por mi mente ¿Qué hago aquí? Debo estar loco! Pues venir de nuevo a esta estación es un acto de masoquismo y autoflagelación, como lo es el escribir un poema con el corazón roto, pues se abre nuevamente la herida y se desangra de a poco, las palabras vienen del alma, el sentimiento viaja reventando huesos y tendones, mientras el vacío aumenta y al aparecer las letras despacio va llegando la calma. Medellín luce más bonita que nunca bajo ese cielo luminoso, cierro los ojos de nuevo mientras respiro el aire fresco y te veo llegar allí un poco tímido y esa sonrisa picaresca que te hacía ver fastuoso.

 

Cabe repetir que no te idealizo, no te endioso… Aunque Eros se sentiría envidioso si le contara el secreto más valioso que adentro de mis costillas guardo, que hoy en esta tarde calurosa palpita con más fuerza pues puede sentir que te encuentras cerca, hay tanto que deseo contarte, que te sentaras a mi lado como aquellas tardes y rieras con mis disparates, ven, que para hacerlo no tengo que tocarte… Que no terminé de leer el último libro pues lo dejé olvidado en el metro ¡lo siento! Sé que en los últimos días he estado un poco lento. Pero como más puede estar un tren al que le han arrancado el motor, un barco sin timón, una bombilla sin corriente eléctrica, o una paloma que murió en algún callejón… No comprendo cómo se mantienen aún vivas las mariposas que por dentro llevo, ni como tú puedes a la vez ser antídoto y veneno, aunque escucharme decir estas cosas para ti no es nada nuevo, creo que fue la poesía la que te espantó de mi lado, pues a veces puede ser exagerado el verso de un poeta enamorado, pero me reconforta un poco el saberme diferente, poeta, pintor, soñador, idílico y creyente…

 

 Si, después de todo aun creo, aún conservo la esperanza en la humanidad, que por un momento miren hacia adentro, hacia su ser y pongan de lado el celular… Que observen sus manos, sus dedos en movimiento, las uñas, las venas… sí, es que ¡somos humanos!

Y que hemos olvidado la importancia de un sentimiento, pues para qué aferrarse a alguien siendo el mundo un catálogo inmenso y aunque no es el momento es lo que se teje en mi cabeza, en este mar de personas, en este océano de pensamientos.  Los segundos van muriendo, los minutos caen sobre la suela de mis zapatos y aún sigo aquí recogiendo lo que queda del recuerdo, cosechando la soledad que no se me aparta ni un rato y aunque cerca hoy estuvimos ni te diste por enterado, pues tus nuevos caminos seguro algo mejor para ti hoy han deparado.

 

 

 

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Sobre el autor

Éliot, Enamorado De La Luna.

Hola, Soy Héctor, tengo 30 años y soy un amante de las letras, me apasiona la escritura y los efectos que esta genera en el lector, deseo que mis palabras los toquen con el mismo sentimiento con el fueron escritas, que desde lo más recóndito de su ser se exterioricen sentimientos producto de estos versos que saltan desde mi pensamiento y que son traducidos por mis manos.



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La justicia de dios

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